Se denomina “cinturón de golpes” a la región de África Occidental, África Central y el Sahel que tiene una alta prevalencia de golpes de Estado. Este concepto geopolítico se ha consolidado a raíz de los continuos golpes de Estado desde principios de la década de 2020, con más de uno en el mismo país. Entre estos países se encuentran Mali, Chad, Guinea, Sudán, Burkina Faso, Níger, Sierra Leona o Gambia
La descolonización del Sahel comenzó en la década de los sesenta y, desde entonces, la región ha sido foco de pobreza extrema, gobiernos autocráticos, inestabilidad económica y política, corrupción y violencia. Los más de diez golpes de Estado en el Sahel han sido, en su gran mayoría, exitosos. Uno de los principales detonantes de esta ola es el auge del terrorismo yihadista, que ha aprovechado tanto la debilidad política de los Estados como el descontento por parte de la población, para asentarse.
¿Cuál es el origen de toda esta inseguridad?
Desde 1990, casi el 80 % de los golpes de Estado cometidos en África han sido en antiguas colonias francesas, lo que ha provocado un rechazo hacia París por su incapacidad de contener esta crisis de seguridad. La CEDEAO ha intentado trabajar para que esta región deje de ser asociada con este “cinturón de golpes”; no obstante, han fracasado.
Los golpes se han originado bajo unos valores similares: militares insatisfechos y críticos con su gobierno y el aumento de las insurgencias islámicas. El incremento de la violencia yihadista ha dañado la reputación de Occidente. Estados Unidos tiene un amplio control en la zona, aunque Rusia, en concreto los mercenarios del Grupo Wagner, está intentando ocupar el vacío francés, tras ayudar a los regímenes africanos contra los insurgentes islámicos en la Operación Barkhane, en la que las Fuerzas Amadas Francesas fracasaron al intentar luchar contra el terrorismo y grupos insurgentes en el Sahel desde 2014 hasta 2022.
Dese los atentados del 11 de septiembre de 2001, Occidente ha establecido operaciones militares y misiones internacionales para controlar estos territorios. No obstante, estas misiones se han enfocado más en la explotación de recursos (diamantes, oro y petróleo) y no en la protección de las fronteras. A esto se le une la expansión de Al Qaeda y Daesh a Libia o Siria, donde no hay control institucional, lo que ha dado lugar a un auge del yihadismo y que muchos jóvenes se hayan unido a estos grupos.
¿Cuáles son las causas?
El Sahel es una de las áreas más inseguras del mundo. Sin ir más lejos, Malí, Burkina Faso y Níger se encuentran en el centro de una crisis en materia de seguridad con más de 30 000 de muertos en la última década. Los gobiernos no son capaces de hacer frente a la poca inestabilidad a raíz de la expansión del yihadismo y de grupos insurgentes, tanto militares como de otra índole para el derrocamiento del poder.
Además, según el Índice de Desarrollo Humano (IDH), los países que conforman esta región están entre los últimos puestos. Además, según la UNESCO, la tasa de alfabetización apenas supera el 55 %, en comparación con el promedio del 76,58 % de África Subsahariana y la media mundial de 91,67 %. La seguridad alimentaria es otro dato alarmante y el hambre afecta a 50 millones de personas, todo esto agravado por la creciente demografía que solo hace que se sume un mayor número de personas a la gran desigualdad.
Todo este caldo de cultivo crea una falta de confianza en el gobierno que provoca la insurrección de grupos que quieren romper con la autoridad e implantar un Estado. No obstante, este cambio siempre suele estar atado a la religión e imposición de valores, y a una concentración del poder unipersonal. Los problemas que afrontan los países del Sahel son numerosos y están estrechamente ligados entre sí.
Níger y la CEDEAO
Níger, era el único país de toda la franja que quedaba con un presidente electo democráticamente. Sin embargo, el pasado 26 de julio de 2023, militares de la Guardia Presidencial retuvieron al presidente Mohamed Bazoum (que ya había sido víctima de otro golpe de Estado antes) en su residencia. Bazoum mantenía una política cerca a Europa, del que era su principal suministrador de uranio, y de contraterrorismo. Esto le convirtió en el sexto país en el que se producía un golpe de Estado en el Sahel en apenas dos años.
Omar Tchiani, jefe de la Guardia, se autoproclamó presidente con la justificación de la rebelión por la falta de seguridad, problemas económicos y corrupción a la que se enfrentaba al país. Las reacciones internacionales no tardaron en llegar; por una parte, la CEDEAO mostró su rechazo al golpe y destacó su intención de realizar una intervención para restaurar al presidente. La UE suspendió su ayuda al país en cuanto esto comenzó y Estados Unidos amenazó con seguirlo si el golpe persiste.
Mientras que, en el bando opuesto, los vecinos Malí y Burkina Faso, dirigidos por líderes afines a los golpistas, han afirmado que verían cualquier intervención de la CEDAO como una “declaración de guerra” contrae ellos. De igual manera, los mercenarios rusos del Grupo Wagner han mostrado su apoyo a la “lucha contra el colonialismo occidental”.
Gabón y el fraude electoral
El 30 de agosto de 2023, apenas un mes más tarde del revuelo de Níger, se produjo un golpe de Estado en Gabón por parte de las Fuerzas Armada de Gabón. Las elecciones presidenciales celebradas la semana anterior le dieron la victoria al candidato reelecto Ali Bongo, al que se le acusó de fraude electoral e irregularidades por parte de la oposición.
Los soldados tenían como objetivo la expulsión de la presencia en el poder de la familia Bongo, que había gobernado ininterrumpidamente desde 1967. Más tarde, se produjo el arresto de la mayor parte de la familia, así como del jefe del gabinete presidencial y del portavoz. Al comandante de la Guardia Republicana, Brice Oligui, lo nombraron presidente interino por la junta militar.
Mali, foco de golpes
Desde su independencia de Francia en 1960 los militares se han hecho con el poder en Mali hasta en cinco ocasiones: en 1968, 1991, 2012, 2020 y 2021. El último golpe de Estado se produjo en mayo de 2021, perpetrado por los mismos que el golpe del año anterior en agosto de 2020. Así, se disolvió la Asamblea y se instauró un gobierno del “Comité Nacional para la Salvación del Pueblo”. Este golpe de Estado contó con el apoyo de la poblacióntras meses de protestas masivas en las que la ciudadanía exigía un cambio.
En mayo de 2023 un informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) concluyó que las fuerzas armadas malienses y miembros del Grupo Wagner ejecutaron ilegalmente a más de 500 personas y se documentaron más de 50 casos de violencia sexual. Todo esto se agrava con la presencia de grupos yihadistas en la región que solo crean una atmósfera de más inestabilidad y menos confianza.
Sudán y revoluciones
El golpe de Estado en Sudán se produjo en octubre de 2021. En 2019 se produjo la Revolución sudanesa para iniciar una transición democrática y romper con los 30 años que llevaba en el poder Omar al Bashir. En cambio, en 2021, el Ejército sudanés se hizo con el poder y, tras arrestar al primer ministro Abdallah Hamdok, disolvió los principales órganos de la transición. Como consecuencia de la inestabilidad, el pasado mes de abril de 2023 comenzó un nuevo conflicto civil entre las Fuerzas Armadas de Sudán, del Estado, y las Fuerzas de Apoyo Rápido, perpetradores del golpe.
La población civil de Sudán ha salido a la calle para protestar contra el golpe de Estado. El país sufre una gran inseguridad alimentaria y una falta de medicinas. Se han llevado a cabo ataques con civiles y millones de personas se han visto obligadas a huir de sus casas. La esfera internacional, sobre todo, Estados Unidos, la Unión Europea y la Liga Árabe han insistido en el regreso a la fase de transición.
Burkina Faso, dos golpes en un año
En 2022 Burkina Faso fue el foco de la región al ser víctima de hasta dos golpes de Estado. El primero se produjo en febrero y llevó a la presidencia interina a Paul-Henri Damiba. En septiembre, este gobierno fue derrocado por un grupo de soldados bajo la dirección de Ibrahim Traoré, actual presidente de la Junta Militar de Burkina Faso. Traoré alegó la incapacidad del expresidente de hacer frente a la crisis multidimensional que sufre el país.
¿Cuál es el futuro del Sahel?
El abandono paulatino de Francia y el consiguiente desembarco de China y Rusia en África ofrece a los gobiernos del continente nuevas alianzas entre las que elegir. A pesar de los varios golpes de Estado, la región sigue enfrentándose a desafíos complejos; la CEDEAO o la Unión Africana juegan un papel clave para solucionarlos. Sin embargo, la estabilización interna es la base que se necesita para la transición a una región más segura. No obstante, esto parece imposible, al menos a corto plazo.