¿Genocidio en el Congo?

En un contexto actual marcado por la invasión rusa de Ucrania, el conflicto entre Israel y Palestina o la guerra comercial entre China y Estados Unidos, hay catástrofes que están ocurriendo hoy en día que están pasando totalmente desapercibidas y los medios de comunicación no le dan el alcance necesario. Un ejemplo de esto es la situación actual de la República Democrática del Congo (RDC), que desde hace unos pocos años atrás, ha alcanzado cifras alarmantes, con aproximadamente siete millones de congoleños forzados a abandonar sus hogares por la creciente violencia.

El este del Congo ha sufrido violencia armada durante décadas, con más de 120 grupos compitiendo por poder y recursos. En 2021, el grupo rebelde Movimiento 23 de marzo desató ataques en dieciséis territorios, exacerbando el conflicto en esta región rica en minerales. Las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo y la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo llevan luchando contra los rebeldes del M23 desde hace ya varios años. Todo esto, agravado por décadas de conflictos rebeldes y desastres naturales recurrentes, ha dado lugar a una de las crisis humanitarias actuales más graves del mundo.

Antecedentes históricos

La República Democrática del Congo (RDC), anteriormente conocida como Zaire, ha experimentado una historia política compleja y tumultuosa desde su independencia en 1960. Colonizado por Bélgica en el siglo XIX, el país se sumió en una serie de conflictos armados y periodos de inestabilidad política, incluida una dictadura marcada por la corrupción y la represión bajo el régimen de Mobutu Sese Seko (1965-1997).

Además de los conflictos internos, la RDC enfrenta desafíos políticos y socioeconómicos significativos. A lo largo de las décadas, el país ha lidiado con golpes de Estado, guerras civiles y una lucha constante por establecer instituciones democráticas sólidas. A pesar de haber experimentado una transición pacífica del poder en las elecciones de 2018, aún persisten disputas sobre la legitimidad de los resultados y la estabilidad política sigue siendo frágil.

La historia reciente del Congo también está marcada por la presencia de grupos rebeldes, como los milicianos del M23, que desafían la autoridad del gobierno central y perpetúan la inseguridad en regiones como Kivu del Sur. Esta situación ha contribuido a la complejidad de la crisis de desplazamiento interno, que ahora es la cuarta más grande del mundo y la más grande de África.

¿Cómo surge el M23?

El Ejército Revolucionario Congoleño, conocido como M23, surgió como un grupo de exsoldados del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) que expresaron su descontento por las condiciones de sus servicios después de la Segunda Guerra del Congo, que concluyó en 2003. En marzo de 2012, el M23 se rebeló contra el gobierno, tomando el control en la capital provincial de Kivu del Norte con el respaldo de Ruanda. Tras un año de confrontación, en febrero de 2013, se alcanzó un acuerdo entre 11 naciones africanas que puso fin al movimiento y, con la intervención de la ONU, el M23 se exilió en Uganda.

Sin embargo, en 2021, el M23 mostró nuevamente interés en la región, reiniciando las ofensivas contra Kivu del Norte a principios de 2022, aunque las grandes repercusiones de sus acciones no se hicieron evidentes hasta finales de ese año. Una de las principales razones del interés del M23 en territorios como Kivu del Norte es la abundancia de coltán, un mineral utilizado en la fabricación de productos tecnológicos. Aunque las Naciones Unidas prohíben que la Unión Europea compre coltán de minas de explotación ilegal, el control de este territorio permitiría al M23 tener influencia sobre miles de congoleños explotados diariamente.

Congo, tierra de recursos

El Congo, rico en minerales y recursos naturales, ha sido objeto de interés tanto para Occidente como para grupos como el M23. Destaca como el principal productor de cobalto, así como uno de los mayores productores de cobre, oro y coltán, este último crucial para la fabricación de dispositivos electrónicos. La explotación de estos recursos ha generado conflictos en el noroeste del país, con informes de atrocidades que incluyen actos caracterizados como genocidio.

La extracción de cobalto, fundamental para la tecnología moderna, está asociada con graves violaciones de derechos humanos y daños ambientales en África. La actividad minera no solo destruye el medio ambiente y contamina el agua y el aire, sino que también contribuye a la explotación laboral y al sufrimiento de las comunidades locales. Numerosos actores están involucrados en esta problemática, desde el gobierno de la República Democrática del Congo hasta las compañías mineras chinas y los fabricantes de productos tecnológicos. Sin embargo, la responsabilidad recae principalmente en aquellos en la cima de la cadena de suministro, quienes tienen el poder de cambiar las prácticas, pero no lo hacen, perpetuando así la situación.

Tres cuartas partes del suministro mundial de cobalto se extrae en República Democrática del Congo, a menudo por niños en condiciones infrahumanas. Siddharth Kara, escritor y divulgador, afirmaba: “Las compañías que venden estos materiales se aseguran de que se explique que sus productos cumplen con los derechos humanos y no tienen ninguna relación con el trabajo infantil, pero estas afirmaciones son ficciones si comprenden cómo funcionan las cadenas de suministro”.

Crisis humanitaria

La situación en el este de la República Democrática del Congo (RDC) ha sufrido un dramático deterioro en los últimos meses, con niveles extremos de violencia, hambre y desplazamiento que reciben escasa financiación y atención mediática. La provincia de Ituri ha sido particularmente afectada, con más de 550 000 personas desplazadas en los últimos meses, elevando el total de desplazados a 1,7 millones. En un ataque en el sitio de desplazamiento de Lala, 46 personas, en su mayoría niños y ancianos, perdieron la vida, mientras que más de 7 800 personas se vieron obligadas a abandonar el sitio.

La RDC también alberga a más de 522 000 refugiados y solicitantes de asilo de países vecinos, con más del 50 % de ellos siendo mujeres y niños. Las mujeres y las niñas enfrentan un riesgo particularmente alto de violencia sexual y de género, y algunas se ven obligadas a recurrir al trabajo sexual como único medio de supervivencia.

La inseguridad alimentaria es una preocupación creciente, ya que el acceso a la tierra de cultivo se ve limitado por el conflicto, y muchas personas desplazadas viven en viviendas improvisadas que no son adecuadas para las condiciones climáticas extremas. Aunque la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) está en el terreno proporcionando apoyo, la ayuda se ve obstaculizada por el conflicto en muchos casos.

Por qué los medios no hablan del Congo

La Misión de las Naciones Unidas en la RDC (MONUSCO) enfrenta desafíos de desinformación y mala información sobre su papel en los enfrentamientos actuales, principalmente a través de campañas en línea. Esto ha resultado en actos hostiles contra las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU y restricciones de movimiento por parte de grupos armados locales y soldados del gobierno. A pesar de la magnitud de la crisis humanitaria en la RDC, la atención internacional sigue siendo limitada, eclipsada por otros conflictos y crisis en el mundo. Las redes sociales han desempeñado un papel crucial en la difusión de información sobre la situación en el Congo, criticando el silencio de los medios de comunicación tradicionales.

Estados Unidos ha condenado fuertemente el supuesto apoyo de Ruanda al grupo M23 en el Congo y ha pedido el cese inmediato de las hostilidades. El conflicto se ha intensificado en zonas como Goma y Kivu Norte, provocando desplazamientos masivos y víctimas civiles. El M23 acusa al gobierno de no cumplir los acuerdos de paz y afirma proteger a los tutsis locales de grupos hutus. Estados Unidos insta a todas las partes a negociar para resolver el conflicto, respetando la soberanía y responsabilizando a los violadores de derechos humanos.

Francia ha instado a Ruanda a poner fin al apoyo a los rebeldes del M23: “Pedimos a Ruanda que cese todo apoyo al M23 y se retire del territorio congoleño”, declaró el ministerio de Asuntos Exteriores. “El M23 debe cesar los combates inmediatamente y retirarse de todas las zonas que ocupa”. La RDC, las Naciones Unidas y los países occidentales afirman que Ruanda apoya a los rebeldes en el este del país en un intento de controlar los vastos recursos minerales, pero el gobierno ruandés niega las acusaciones.

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