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Breve historia del conflicto del Sáhara Occidental

Este sábado se hizo pública una carta en la cual el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, traslada al rey de Marruecos, Mohamed VI, que España está con la propuesta de autonomía que el país africano propone para el Sáhara Occidental, considerándola “la base más seria creíble y realista para la resolución de esta disputa”. Justo esos adjetivos -seria, creíble y realista- son los que Marruecos usa para definir su propuesta de autonomía.

Esta carta ha supuesto un vuelco en la posición que mantenía España respecto al Sáhara Occidental y ha dinamitado relaciones tanto con el Frente Polisario como con Argelia, fuerte aliado de dicho Frente. En cambio, parece significar una nueva etapa de buenas relaciones con Marruecos. ¿Cómo esta carta puede significar todo esto? Lo explicamos haciendo un breve repaso a la historia del ‘conflicto’.

Sáhara Occidental, de colonia española a situación indefinida

El territorio conocido como Sáhara Occidental es una amplia región de 266.000 kilómetros cuadrados situados al extremo occidental del desierto del Sáhara, al sur del Estado de Marruecos. Históricamente, ha sido una región rica en minerales y también propicia para la pesca. Así, en 1883, España comienza la colonización de la región -en una época en la que las principales potencias europeas habían establecido colonias por todo el continente-. El Sáhara Occidental fue español desde finales del siglo XIX hasta mediados de la década de 1970.

Ya a mediados del siglo XX, y con España aún como metrópoli, el pueblo saharaui intenta mostrar sus ansias por el derecho a su autodeterminación y que llegue a ellos la oleada de descolonización que se estaba produciendo en otros países de África, también del norte, como ocurrió con Argelia, vecina del Sáhara Occidental y que a la postre se ha convertido en una clara aliada de la región.

¿Por qué Argelia es una aliada del Sáhara Occidental? Desde que en 1962 Argelia consiguiese su independencia tras una guerra que duró cuatro años, ha discutido con Marruecos -independiente desde hacia un lustro- sobre la frontera entre los dos países, sin llegar a un acuerdo sobre en qué punto del desierto se debía marcar la frontera. La disputa llegó a tal punto que en 1963 se produjo la conocida como Guerra de las Arenas, a partir de la cual ambos Estados han incrementado si cabe su enemistad.

Volviendo al Sáhara Occidental, el 1973 se crea el Frente Polisario (o Frente Popular de Liberación de Saguia al-Hamra y Río de Oro) con el objetivo de tener un órgano político a través del cual vehicular la demanda de autodeterminación por parte del pueblo saharaui. Esta situación de tensión en la colonia hacia mella en España, donde el régimen de Francisco Franco estaba tan debilitado como la salud del dictador. No era momento para política exterior sino para ‘atar’ el futuro del régimen.

Con todo, en 1974 España propone una solución de futuro para su colonia. Esta solución pasa por la celebración de un referéndum donde el pueblo saharaui pudiese decidir su futuro. Ante el temor a perder dicho referéndum, Marruecos se muestra totalmente en contra de la idea española, así que dicho referéndum nunca llegó a celebrarse.

Sin embargo, lo que sí ocurrió pocos meses después fue la Marcha Verde, que en la práctica significó la ocupación por parte de miles de marroquíes de territorio considerado del Sáhara Occidental. O lo que es lo mismo: Marruecos entraba en territorio español, aunque el país europeo no estaba por la labor de iniciar un fuerte enfrentamiento con Marruecos.

La guerra del Sáhara Occidental

Tras la muerte de Franco, y ya en 1976, España oficializaba la cesión del control de Sáhara Occidental en favor de Marruecos y Mauritania. Ante esta situación, el Frente Polisario reaccionó declarando la guerra a ambos países. Al Frente Polisario se le unió, como prácticamente único aliado, una Argelia que, como se ha comentado anteriormente, estaba enemistada con Marruecos.

El enfrentamiento con Mauritania terminaría en 1979 con la firma de una paz, aunque con Marruecos solo acabaríamos viendo un alto el fuego y sería ya en 1991, cuando se produjo también la intervención de Naciones Unidas. Precisamente la ONU creó la MINURSO, la misión especial de la ONU para el referéndum en el Sáhara Occidental, llamada así porque una de las condiciones establecidas por la ONU en 1991 fue que se debía organizar un referéndum para que el pueblo saharaui pudiese decidir su futuro.

A pesar de la oficialidad del alto el fuego, Marruecos nunca ha mostrado un interés real en que se realice un referéndum y ha insistido siempre en que el Sáhara Occidental es parte del país. Tanto Marruecos como España no han hecho esfuerzos para que esa consulta se celebre. En 2003, el jefe entonces de la MINURSO, James Baker, apostaba por unas “elecciones para un gobierno autónomo durante un periodo de transición de cuatro a cinco años” para luego celebrar un referéndum. Esta idea, apodada como plan Baker, nunca se llegó a producir y el propio Baker dimitió como jefe de la MINURSO en 2004.

Tres años más tarde, en 2007, Marruecos presentaba su plan de autonomía para el Sáhara Occidental y lo calificaba, como hemos recordado, de serio, creíble y realista. Un plan de autonomía, a diferencia de la autodeterminación, significa asimilar la región, en este caso el Sáhara Occidental, como parte de Marruecos.

Reconocimiento de Estados Unidos

Si bien Marruecos ha contado desde el principio con el apoyo de Francia, la cuestión del pueblo saharaui siempre ha levantado ampollas entre los Estados que si bien no quieren quedar retratados por abandonar las reivindicaciones de los saharauis, no quieren arriesgarse a una crisis diplomática con un Estado como Marruecos. Esto es especialmente relevante en el caso de España, sin más peso en geopolítica pero con un papel simbólico y crucial en el devenir del Sáhara Occidental. Durante las últimas décadas, desde Madrid se han hecho equilibrios por mantener vías de contacto con el pueblo saharaui, a través de ayuda económica y siempre con el beneplácito y la asistencia de Argelia, al tiempo que se intenta mantener la mejor relación posible con Marruecos, puerta de África para España y la UE y con la que España comparte dos temas sensibles: el acceso a aguas territoriales para la pesca y, por supuesto, el flujo migratorio.

Esta situación en la cual Marruecos no arrancaba más apoyos a su plan de autonomía -es decir, a la soberanía sobre el Sáhara Occidental-, cambia radicalmente con Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. En los últimos meses de su primer mandato, la política exterior de Trump se enfocó en conseguir que Israel no quedase tan aislada en Oriente Medio, y a través de negociaciones con diferentes países árabes de Oriente Medio y el norte de África, Trump buscaba la formalización de relaciones de dichos Estados con Israel.

Esta negociación también llegó a Marruecos, con la cual Washington negoció la formalización de relaciones comerciales con Israel a cambio de material militar… y el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Esto supuso dos consecuencias inmediatas: la ira de Argelia por el hecho de que Marruecos entablase relaciones con Israel y el espaldarazo de Marruecos y su plan para la autonomía del Sáhara Occidental. De entre todos los apoyos que podían restarle a Marruecos, faltaba el reconocimiento de España, ya que el Sáhara Occidental era su antigua colonia.

En las últimas décadas, especialmente en el siglo XXI, la relación entre España y Marruecos ha estado entre la tensión por intereses contrapuestos y la necesidad de entendimiento de ambas partes: unos para tener acceso a grandes mercados como los de la UE y los otros para controlar el flujo migratorio y tener acceso a aguas marroquíes.

Así, cuando la diplomacia no va por el camino que Marruecos considera óptimo, surgen recordatorios a España del poder que tiene en tanto que gestor de la migración que llega a Ceuta, Melilla y las Islas Canarias. Desde el incidente del islote Perejil hasta los saltos a la valla de Ceuta y Melilla de 2021 y 2022, Marruecos y España han mantenido una relación tensa en los últimos años. Desde otoño de 2021, Rabat se había marcado como objetivo avanzar con España y conseguir su reconocimiento de la soberanía sobre el Sáhara Occidental. A cambio, Marruecos garantizaba a España estabilidad migratoria y rebajar la tensión en las reclamaciones sobre Ceuta y Melilla, entre otras cuestiones.

Así, y a pesar de la dependencia que España tiene del gas argelino, principal aliado del pueblo saharaui, el gobierno español decidió señalar el plan de autonomía de Marruecos como la propuesta más seria y creíble para resolver el conflicto en el Sáhara Occidental.

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