Se viene desde hace tiempo advirtiendo de algo que parecía ajeno a nuestras vidas: la necesidad de invertir en microchips y semiconductores. Básicamente, piezas esenciales para la fabricación de elementos de la más alta tecnología pero también, aunque cada vez se puede decir que hay alta tecnología en ellos, de los coches.
Incluso se llegó a hablar de cómo el hecho de que dependiésemos de China para estos elementos había encarecido el mercado de segunda mano precisamente porque era muy difícil comprar un coche nuevo.
Primera clave: relajar la dependencia con China
Antes de meternos en geopolítica y a explicaros el plan de Pedro Sánchez y por qué es importante, sería bueno saber qué son los semiconductores. Un semiconductor es un tipo de material que permite el paso de la corriente eléctrica en unas determinadas condiciones mientras que en otras, impide el paso.
Como podéis imaginar, es bastante útil. Sobre todo para fabricar todo tipo de elementos electrónicos, como las placas que encontramos en nuestros ordenadores y en otros muchos tipos de hardware. Si abrieses el ordenador y miraseis por dentro, esas placas donde predomina el color verde, tienen muchos elementos semiconductores.
También los encontramos en los coches, que cada vez tienen una parte electrónica más importante. Tanto, que sin estos elementos no se pueden fabricar los chips que permiten al coche funcionar.Pero no son solo coches sino que las tarjetas gráficas, consolas de videojuegos y casi cualquier dispositivo electrónico necesita estos chips compuesto por materiales semiconductores. Espero que con lo que he dicho se entienda su importancia en la economía actual.
Lo importante es que, como con muchos otros productos, incluso casi vitales para la economía, la globalización hizo que su producción y fabricación se destinase allí donde era más barato. Correcto: China.
China ha sido y es la primera potencia en la producción y exportación de semiconductores y de todo lo que deriva: los microchips, las placas electrónicas, los dispositivos, etc. Si a China le sumamos Taiwan y el resto del mercado asiático, tenemos que el 80% del total de la producción mundial procede de ahí.
Cuando llegó la pandemia, a partir de marzo de 2020 miles de millones de personas se confinaron. También en China. Y la producción de microprocesadores digamos que no es algo que se pueda hacer teletrabajando desde casa. La realidad es que desde ese momento se juntaron tres fenómenos:
- El primero: menor producción por las medidas COVID también en China
- El segundo: una mayor demanda en todo el mundo de dispositivos electrónicos. ¿Por qué? Porque la gente trabajaba en casa, estudiaba también en casa. Se necesitaban más ordenadores, tablets, etc.
- El tercer fenómeno: el auge de las criptomonedas. Si no estáis muy metidos en el tema, que sepáis que las criptomonedas se obtienen minándolas. Este proceso se hace mediante ordenadores y requiere que éstos sean muy potentes… es decir que tengan unos procesadores y unas tarjetas gráficas muy muy potentes. ¿Esto que exige? Más compra de este tipo de placas con semiconductores.
Como podéis imaginar, el sistema colapsó porque había mucha más demanda y la oferta había caído. Todo sube de precio, los mercados de segunda mano crecen y hasta las empresas que hacen tarjetas gráficas empiezan, irónicamente, a hacerlas menos atractivas para que los mineros de criptomonedas no las compren.
Pero en el transfondo, una idea: la dependencia con China.
Más allá de la escasez a nivel comercial, la tecnología y el desarrollo económico de las principales industrias de países ricos pasa por no tener esos microchips y materiales semiconductores que proceden de China. Cierto es que en Estados Unidos los últimos años se han invertido miles de millones de dólares, pero China continua siendo el principal mercado. ¿Qué te genera eso? Exacto, lo de siempre: fuertes dependencias.
Segunda clave: el plan de Pedro Sánchez
Esta semana pasada Pedro Sánchez anunció un PERTE, es decir, un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica. Con otras palabras: un gran proyecto donde se va a invertir una parte del dinero que procede de los fondos COVID europeos. Se trata de una inversión de 11.000 millones de inversión pública para producir e invertir en microchips y semiconductores.
El presidente del gobierno afirmó que “los semiconductores son un elemento básico de todos los sectores energéticos” y siguió con esto, ojo porque es la parte que más nos interesa: “los semiconductores adquieren una importancia geoestratégica mundial”. Vamos: que los semiconductores son tan necesarios para tu desarrollo económico que si no los fabricas tú te generas una dependencia grande. Por tanto, existe la voluntad de invertir en microchips.
¿Qué se busca con estos 11.000 millones?
Pues, según Sánchez, poner a España “en la vanguardia de la tecnología más avanzada”. En definitiva se trata de conseguir atraer a la industria. Es decir: que empresas que se dedican a la industria de semiconductores, microchips y alta tecnología inviertan en España porque con esos 11.000 millones se les atrae con ayudas, mejores infraestructuras, exenciones fiscales, créditos para crear o ampliar este tipo de empresas, etc.
Lo que debe quedar claro es que con 11.000 millones España no va a ser independiente, ni mucho menos, en este sector. Es más, expertos como Javier Pastor, que escribe en Xataka, ya ha dicho que son pocos esos 11.000 millones. Pensad que la empresa Intel, la de los procesadores, invertirá ella sola 20.000 millones en Estados Unidos y 17.000 millones más en Alemania. Para poner un poco de contexto. Pero vaya, que España quiere meterse en la pelea de la inversión tecnológica.
Otro de los puntos donde veremos que va destinado parte de esos 11.000 millones es precisamente a la formación de empleados cualificados. Si hasta ahora no estábamos metidos en esta pelea, vamos atrasados en cuanto a tener gente preparada para producir estos semiconductores. A corto plazo puedes intentar atraer talento extranjero, pero a medio plazo más te vale tener un bloque bueno de trabajadores más que preparados para desarrollarse en esta industria.
Tercera clave: Europa, potencia tecnológica
El plan del gobierno español que os acabamos de describir no deja de ser una continuación de la intención de la Unión Europea en su conjunto de desprenderse de esa dependencia sobre China.
En diciembre, en concreto en el episodio 452, os contamos un plan de la Unión Europea para movilizar 300.000 millones de euros para invertir en infraestructuras que contrarresten la nueva Ruta de la Seda china.
Hace dos meses, a inicios de febrero, desde la Unión Europea se presentaba la Ley Europea de Chips. Una inversión de 43.000 millones de euros con el objetivo de, en 2030, producir dentro de la Unión Europea el 20% de toda la oferta de semiconductores y microchips del mundo. En la actualidad, la Unión Europea produce el 10%, así que su dependencia es gigante.
Está claro que, aunque signifique doblar la cifra, producir el 20% tampoco salvará a la UE de la dependencia, pero estamos hablando de depender bastante menos.
La idea de esta financiación es que las empresas europeas tengan más fácil acceder a ayudas directas públicas, a créditos, etc. Decía en febrero Thierry Breton, comisario europeo de mercado interior, algo así como un ministro de comercio, que Europa necesita megafactorías como en China. Y pensaba empezar este 2022 con las ayudas para tener una en 2026.
Como decimos: el objetivo de la Unión Europea es conseguir más margen respecto a China. Porque si la Unión es capaz de producir el 20% de la producción mundial, también significa que puede cubrir mucho mejor la demanda de semiconductores de la Unión. Es decir: no estará la Unión como para ir vendiendo esos semiconductores, pero sí como mínimo para que su desarrollo económico solo dependa de la producción interna. Se quitaría dependencias de China pero también de Taiwan y Corea del Sur, que no es que sean países hostiles pero, como hemos comentado en más de una ocasión, si te quitas dependencias, mejor.
En definitiva: el gobierno de Pedro Sánchez está en fase inversión económica para aprovechar los fondos COVID y hacer cambiar, ni que sea un poco, el modelo productivo de España, enfocado en energías limpias y, como vemos en el episodio de hoy, nuevas tecnologías. De paso, y ayudado por la Unión, trata de quitarse dependencias extranjeras que son vitales para cualquier industria. Así pues todo indica que España pretende invertir en microchips.
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