En tres claves resumimos el estado actual de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania. La renuncia de Ucrania a la OTAN, la debilidad militar rusa sobre el terreno y la desconfianza mutua marcan el diálogo que, de momento, no ha detenido la guerra.
Primera clave. Adiós a la OTAN para Ucrania
Ya dijimos hace días que el presidente ucraniano Volodomir Zelenski reconoció en un mensaje público que su país debía asumir que no entrará en el corto o medio plazo en la OTAN.
Porque desde un primer momento Rusia ha usado la posible amenaza para su seguridad como una excusa para, primero, la tensión que se vivía en la frontera y, posteriormente, la guerra.
En las conversaciones de paz de la semana pasada en Turquía, Ucrania volvía a insistir en su disposición a no formar parte de la OTAN. Si así Rusia dejaba de percibir Ucrania como una amenaza militar por la posibilidad de que la OTAN instalase bases militares occidentales en el país. Además de renunciar a la OTAN, también declinaba, por si acaso Rusia veía algún hueco por donde Ucrania pueda escapar, la posibilidad de instalar bases militares extranjeras en su territorio y a desarrollar armamento nuclear.
Podemos decir que uno de los objetivos principales de Rusia se cumple: la OTAN no avanza más. Ucrania no pertenecerá a la Organización.
Pero esto es más bien un objetivo teórico. En realidad, Rusia trataba de expandir su influencia en lo que Carlos Taibo en su libro Rusia frente a Ucrania llama el extranjero cercano: es decir aquellos países tanto de Europa del Este como de Asia Central con los que Rusia hace frontera y tiene una mayor relación, ni que sea histórica.
Rusia no ha querido en ningún momento perder influencia y en las últimas dos décadas ha visto como estos países se le han ido alejando. El momento álgido de esto fue el ingreso de potencias del Este y centro europeo en la Unión Europea y la OTAN. Hizo especialmente daño la incorporación a ambas organizaciones de Polonia y de los tres países bálticos: Estonia, Lituania y Letonia
Así que un acercamiento de Ucrania hacia la Unión Europea ya alertaba a Rusia, aunque en realidad lo que más temía era la OTAN. Pero detrás de todo esto está la pérdida de influencia. Y en realidad esto puede que no se arregle con Ucrania fuera de la OTAN, ya que esta guerra puede pasar factura y separar aún más a los ucranianos del centro y oeste del país, donde su sentimiento hacia Rusia puede recrudecerse.
Volvemos al tema de la OTAN y Ucrania. El país renuncia a la entrada pero a cambio pide unas garantías. En concreto, además de que Moscú no se interponga en la entrada a la Unión Europea, Ucrania pide que una serie de países la defiendan. Es como el artículo 5 de la OTAN, pero sin estar en la OTAN.
Esos países deben estar de acuerdo, porque en caso de ataque eestarían comprometidos, por un acuerdo, a ayudar a Ucrania. El país propuso que esos países fuesen Israel, Polonia, Turquía… pero también Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Repetimos que para que esto se lleve a cabo hay que negociar con dichos países porque les estás pidiendo que sean tus salvadores si te atacan. No es poca cosa.
Eso sí, fuera de las garantías de protección quedarían en todo caso el Donbás y la península de Crimea. Dos zonas donde ahora se concentra el conflicto. Porque Rusia aparentemente está renunciando al ataque sobre Kyiv y el oeste del país para concentrarse en el Este.
Un movimiento que nos lleva a la siguiente clave.
Segunda clave: Debilidad Rusa
Volvemos a repetir lo que hemos dicho en varias ocasiones: la guerra no está saliendo precisamente como pensaba Vladimir Putin. El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, lleva tiempo desaparecido y solo se le vio el pasado martes en un rápido vídeo. Un alto cargo del Kremlin, Anatoli Chubais, dimitió también hará como 10 días y abandonó Rusia por su oposición a la guerra.
Una mezcla, como apuntan en el podcast de la BBC Inquiry, de subestimación por parte de Rusia de cómo sería la resistencia y defensa de Ucrania junto a la sobreestimación del poder del ejército ruso y la rapidez con la que se tomarían las principales ciudades, más la ayuda que Ucrania está recibiendo del exterior han acabado con, digámoslo así, el paso atrás en Kyiv por parte del ejército ruso.
¿Qué es simple postureo y reagrupación de fuerzas? Es posible. Pero lo que estaba siendo una ofensiva en el Este, el Norte y la zona de la capital ha pasado a ser un conflicto en el Este del país, con ataques esporádicos, aunque graves, en el Norte.
No es que Rusia no tenga ejército para aguantar. Pero en este mismo podcast, expertos en conflictos internacionales apuntaban que, entre los errores rusos, estaba no haber enviado primero a las mejores tropas. Es decir: que los primeros convoyes y tropas que entraron en Ucrania ahora hace casi mes y medio eran militares sin tanta experiencia en combate. Poco a poco Rusia ha demostrado que tiene arsenal y ejército listo para la invasión… pero la resistencia ucraniana, que además, lógicamente, conoce mejor la orografía y el terreno, han supuesto un obstáculo mayor del que se esperaba.
Es más, este pasado jueves el presidente ucraniano Volodomir Zelenski dejaba caer que considera que el entorno de Putin le están endulzando las cosas al presidente, por miedo a represalias, a un enfado del mandatario, etc. Vaya: que Zelenski cree que Vladimir Putin no sabe al 100% cómo está yendo la guerra.
Si hace dos meses muy pocos se atrevían a vaticinar la guerra, cuando empezó muchos analistas creyeron (incluso yo) que Rusia obtendría una victoria clara, ni que sea en la parte militar de tomar la capital, etc. Pero es que ahora mismo Putin está con la mente puesta en que más vale una mala paz que una guerra.
No es ya un tema bélico. Sin duda, las capacidades militares de Rusia siguen siendo superiores a las de Ucrania si el Kremlin pusiese a todo su ejército a disposición de la guerra. El problema es que hacer eso ya mostaría una clara imagen de debilidad. Más allá de que supone un riesgo derivar muchos más esfuerzos.
Además, aunque las cifras bailan, se calculan que ha habido unos 15.000 soldados muertos por la parte rusa. Titulaba el periódico El Mundo que eso supone tantas bajas como en Afganistán… pero en solo un mes y poco.
Llegados a este punto: Rusia se concentra en el Este, para consolidar el poder de los prorrusos y de dos repúblicas, Donetsk y Lugansk, a las que Rusia les reconoció su independencia pocos días antes de iniciar la guerra. Más allá de asegurar, por supuesto, una península de Crimea que desde 2014 Rusia hizo suya.
Lo que debía ser la conquista del país para convertir Ucrania en una Bielorrusia 2, ha acabado hace unos días en Turquía con un principio de reconocimiento de Ucrania dentro de la Unión Europea sin que entre en la OTAN, con países occidentales firmando un acuerdo de defensa al estilo OTAN pero sin instalar misiles… y pendientes de hasta qué punto consigue hacerse fuerte Rusia en el Este.
Por cierto: la semana que viene tendremos en el podcast al periodista experto en la Unión Europea Emilio Ordiz para que nos cuente más sobre la posible incorporación de Ucrania a la Unión Europea.
Tercera clave: Nadie se fía de nadie
Primero fue en Bielorrusia y el pasado 29 de marzo en Turquía. La cosa se mueve hacia la paz en Ucrania. Volodomir Zelenski habla incluso de “señales positivas”. Desde Rusia hablan de diálogo constructivo y aumento de la confianza mutua. Pero la realidad nos dice que sigue habiendo un conflicto. ¿Por qué? Porque hay desconfianza mutua.
Antes comentábamos que las tropas rusas dejaban Kyiv y otros objetivos para centrarse en el Este. Desde el primer momento, tanto Ucrania como otras potencias confirmaban el movimiento de tropas rusas pero en todo momento se mantenían en alterta porque no se fiaban. Argumentaban que era un reagrupe de fuerzas para volver a atacar.
Sobre el posible tratado de paz, ojo que Ucrania ya tiene un antecedente en el que Rusia no cumplió lo prometido. En 1992, con la disolución de la URSS, Ucrania tenía armas nucleares y pretendía devolverlas a Rusia. En 1994 se firmó el Memorándum de Budapest… a cambio de que Rusia respetase la integridad territorial y la independencia política de Ucrania.
Digamos que en 2022 podemos decir que eso no se ha cumplido. Por tanto: ¿qué podría incluir el acuerdo que quiere firmar finalmente Rusia?
Rusia obviamente tampoco se fia. Protección occidental, entrada de Ucrania en la Unión Europea… y una Ucrania que moralmente va a mirar más a la Unión Europea o como mínimo no va a querer saber nada, más allá de sus dependencias económicas, de Rusia.
Rusia necesita también garantías de que finalizar la guerra es poner fin a las sanciones económicas, como mínimo a las que más daño le hacen. Su economía, por mucho que argumentásemos en uno de los últimos capítulos de La Clave que está virando hacia China, necesita, al menos a corto y medio plazo continuar con relaciones con occidente.
Con las delegaciones rusa y ucraniana en conversaciones para poder avanzar las conversaciones de paz en Ucrania, ninguno de los dos quiere salir perdiendo. Mucho menos Rusia, quien inició el conflicto. No se puede permitir, tampoco a nivel interno, una imagen de debilidad, de retirada, que podría incluso poner en riesgo la continuidad de Vladimir Putin, aunque esto ya es mucho decir.
¿Qué podemos esperar de la paz en Ucrania? ¡Te leemos en los comentarios!
—
Hazte mecenas de Simple Política: https://www.patreon.com/simplepolitica
Síguenos en Twitter: @simple_politica
Síguenos en Youtube: https://www.youtube.com/simplepolitica